viernes, 27 de septiembre de 2013

La primera gran decepción

El otro día, al salir del cole, Pirañita quiso jugar un poquito en los columpios del patio de infantil, como hacen muchos compañeros.

Dejamos la silla en el borde del arenero y, junto a ella, nuestra pelota con el número 10 en una diana azul y amarillo.

Jugamos un rato, Cachorrito exploró el patio donde juega su hermana, y disfrutaron de un camión y una pala que se habían quedado ahí tras el recreo.

Íbamos a marcharnos, cuando notamos la ausencia de nuestro balón. Miramos por todas partes, preguntamos a niños y padres, pero no estaba.

El balón no podía haber salido rodando del patio, hubiera quedado en un rincón.

Buscamos también por el patio de los mayores, por si lo habían tomado prestado. Nada.

En ese momento, y a falta de buscar en objetos perdidos (donde tampoco apareció), llegó el momento de plantearse lo evidente y explicárselo a las peques.

M: Mamá está enfadada porque alguien ha robado nuestro balón.

P: Un niño se lo ha llevado a su casa.

M: ¿Sabes quién se lo ha llevado?

P: No. Un niño se lo ha llevado a su casa porque le gustaba, pero mañana me lo va a dar.

M: Cariño, Mamá está enfadada porque nos han robado el balón. Eso significa que un niño se ha llevado el balón y no nos lo va a devolver.

P: No, Mamá. Un niño se lo ha llevado, pero mañana lo va a traer al.colegio porque es para compartir

M: No, Cariño, el niño no lo va a traer mañana, porque se ha llevado el balón y no lo va a devolver.

P: El niño trae mañana el balón, porque es para compartir.

M: Mi vida, el niño no va a traer el balón. El niño se lo ha llevado y no lo va a devolver. Nunca más volverás a ver el balón, ni a jugar con él.

P: ¡Pero es mío! ¡Yo quiero mi balón con el 10! Yo lo he compartido y el niño lo tiene que compartir.

M: Cariño, el niño no lo va a compartir. Eso es lo que significa que nos lo han robado: Se han llevado nuestro balón y no vamos a volver a verlo, ni a jugar con él.

P: ¡Pero es mío! ¡Yo quiero que el niño me devuelve mi balón!

Pirañita se fue alterando y se quejó enérgicamente y con amargura.

Ella lo hizo todo bien y la vida le castigaba de forma injusta.

¿Esto nos hace madurar? No lo sé, pero nos enseña lecciones importantes sobre cómo funciona (de mal) el mundo. A ver si con nuestro granito de arena lo hacemos un poquito mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario