sábado, 1 de septiembre de 2012

Tocando madera

El lunes pasado estuvimos en la consulta de la pediatra después de la vacuna de los 6 meses.

Ahondaré en el tema de los pediatras otro día.

El caso es que era la primera vez que veía a la niña y, al auscultarla, me comentó: "Tenía un soplito, ¿verdad?"

Pues no, nadie nos había dicho que tuviera un soplito, ni en el hospital cuando nació, ni su pediatra habitual. Por tanto, aunque a priori parecía un soplo funcional (que no tiene ninguna importancia), nos mandaron al cardiólogo infantil a que comprobaran que todo estaba en orden.

El viernes madrugamos y nos plantamos en cardiología infantil de La Paz.

Lo primero que observé fue la cola de admisión de urgencias, donde había varios papás con sus peques, casi todos bebés.

Después, en la sala de espera, había varios niños y preadolescentes. Todos iban a revisión y tenían una cordial relación con médicos y enfermeras.

Recuerdo una niña a la que preguntaron: "¿Hoy no te acompaña papá?" A lo que respondió un: "No, hoy no podía faltar al trabajo." Contestación: "Como siempre te acompaña..."

¿Cuántas veces había estado esa niña allí?

Luego cambié de sitió y me senté junto al ascensor, de donde salió un niño poco mayor que Pirañita tumbado en una cama de hospital, seguido de sus preocupados padres.

Graciasa Dios, nuestra chiquitina no tiene nada. Su corazón es normal y su vida será 100% como la de cualquier otro niño sano. 

Sin embargo, esa visita no nos ha dejado igual que antes. Al menos, a mí no.

Mis hijas podrían estar en esa cola de urgencias mañana, ser ese niño ingresado al que hacen pruebas en busca de un diagnóstico y acabar siendo conocidas de médicos y enfermeras por su enfermedad crónica.

Nadie está exento. No sabemos qué pasará mañana. Pero hoy estamos bien y, sólo por eso, vale la pena dar gracias a Dios.

Además, quiero aprovechar para enviar mi apoyo y cariño a todos esos niños y padres que pasan por algún tipo de enfermedad. Mucho ánimo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario